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Notas sobre
Diario El Litoral
Edición impresa | Artes y Letras
Edición del Sábado 15 de marzo de 2008
El humanismo como réplica
Por Susana Valenti
"De qué boca caerán los silencios", de Norman Petrich. Editorial Ciudad Gótica, Rosario, 2007.
En este nuevo libro de Norman Petrich, las percepciones poéticas, situadas dentro de un marco histórico y social, alternan con pasajes literarios y nombres referenciales (Gelman, Cardenal, Pessoa, a través de Caeiro), los cuales ejemplifican y sostienen la lúcida confrontación de una realidad que aparece rozando tenazmente el pasado y se proyecta hacia un destinatario potencial: "Es mía esta boca digo/ con ella te nombro/ ... si me preguntas/ eso puedo hacer por ti/ agitar antes de usar/ el resto es tuyo/ un país/ el resto es tuyo".
En esta interdicción coloquial, flexibilizada por cierto acceso lírico, las representaciones incorporan una visión (revisión) de las sucesivas etapas hostiles débilmente cambiantes, ceñidas a las ausencias y, más aún, profundizadas por un entorno adverso, anacrónicamente regresivo. Guiado por una interpelación reflexiva y recurrente el poeta intenta asimilarlo y exponerlo a través de una crítica necesaria e introduce el recurso de la reiteración, casi estribillos utilizados como ejes permanentes unidos al tono de la parábola.
El agua, el nombre, un país, la furia, el corazón, el paisaje, el miedo, la casa, el olvido, el amor, la noche son estadios, vasos comunicantes de intenso fluido interior que se expanden en estas páginas y formalizan una cadencia única.
Desde un profundo desencanto, acaso descreimiento e incertidumbre, el autor se interroga, duda, propone, y obliga al pensamiento a cuestionarse sobre lo que vendrá: "El dolor mira tu reflejo fragmentado/ y se aprende tu nombre/... sólo para ver cómo tu nombre se mecía/ en esos ojos que te sueñan/ ojos de niña que sueña mundos/ para vos que no eres mundo todavía".
Sobre la evidencia de una trama dialógica, tácita y consistente, las antinomias (amor y desamor, invención y realidades, muros y salidas, descensos y memorias), la endeblez del cambio, los desaciertos, lo apocalíptico, lo mesiánico, la indefensión del hombre, estructuran la unicidad de un hecho siempre revelador y vulnerable, a la vez, signado por la sobrevivencia que se liga, de manera inequívoca, a la condición humana.
En "De qué boca caerán los silencios", se hace legible el sueño, invariablemente intacto, como una entidad subvervia del retroceso y los agravios. Esta poesía, precursoramente esperanzada, camina sobre un mundo en crisis. En tal contexto, no es difícil comprender esta voz asumida desde la preocupación humana. Sin afectismos ni desbordes, pero con una insistencia insobornable la temática entraña un destino plural en clara oposición al deterioro y a la desintegración individual: "... nos mirábamos las manos y no había más espacio/ pero no era esto lo que quería decir cuando preguntaste/ sino que no quedaba nada para hacer/ más que secarnos las lágrimas/ y empezar a construirlo todo".
Diario El Litoral
Edición del Jueves 24 de abril de 2003
Edición impresa | Cultura
El profeta de los quemados
por Néstor Fenoglio
"fuegos levantados en las sombras vigiladas", de Norman Petrich. Editorial Ciudad Gótica, Rosario, 2002.
Hace rato que es estéril discutir sobre los alcances de una "poesía social" o "comprometida" y otra, extasiada en sí misma, habitante de torres de cristal. Hace rato que no tiene sentido hablar del arte por el arte o de aquél que tiene su justificación y referente en "la realidad". Porque más allá de las clasificaciones, útiles para la pedagogía y para el consumo de cierta ávida fauna académica, desde siempre la poesía apenas admite clasificaciones groseras: buena o mala (y discutan ustedes largamente sobre qué es eso y quién es la autoridad para fiscalizarla) y, más aún: poesía o no.
La digresión tiene sentido si fijamos la mirada en la poesía de Norman Petrich (nació en Hasenkamp, Entre Ríos, en 1972 pero vive desde pequeño en Rosario, donde publicó "bajo la sombra de tu nombre", en 1998, "la espera", en 2001 y, a fines del año pasado, el libro que nos ocupa), traspasada por una visión despiadada y lúcida y dolorosa sobre "unpaís" (así escrito, el nuestro), una poesía eminentemente "social" si nos quedáramos con esas anacrónicas visiones reduccionistas. Pero, de manera ostensible y con todas las letras, poesía, buena poesía, alivianando (si debieran las palabras -cosa que no creo- hacer semejante cosa) la construcción "social" y elevándola a bastante más que la mera denuncia.
Desde el mismo título de la obra, el poema se instaura como un programa bastante más amplio que la mera resistencia. Se trata de levantar, de encender fuegos (de arrojar luz) en las sombras, aunque estén vigiladas. El poeta bien podría quedarse en su casa, leyendo, al abrigo de sombras peligrosas y ojos vigilantes. Sin embargo, debe salir. Tiene algo parecido a una misión y por eso no extraña que su actividad, si se quiere furtiva, provocadora desde luego, se asemeje a una prédica en el desierto.
Finas hebras bíblicas corren por toda la obra, que se manifiesta también con parábolas, aunque no exista religiosidad alguna, sino, en todo caso, una suerte de "contraoración", al modo de los poetas malditos franceses. Pero tanto la polaridad clásica de luz y sombra como la oración pagana que se propone, tienen desplazamientos y saturaciones de sentido que las hacen desbordar y trascender los modelos a que aluden.
El libro abre rápido esa polarización esencial: los fuegos contra las sombras; la acción de levantar o encender contra la de vigilar. El poeta y el poema están claramente en el primero de esos polos: "...// es bueno que aún estés dormida/ y no te despierte la frente con este beso de despedida/ debo salir a construir algo de qué alegrarme/ afuera los vientos se llevan lo poco que las bestias dejaron//...".
No es tampoco un acto inocente: conlleva riesgos, porque no se desconocen los alcances del poder al que el poeta y su persistente acción se exponen. Está allí como testimonio esa cruel "danza de los quemados": "...la voraz prodigiosa e inalterable danza/ de los miles de quemados que no tendrán/ en el diario de mañana/ ni una sola línea/ que les hable de amor".
Es un poder omnipresente y es, en rigor, el Poder, contra el cual se esgrime un arma si se quiere modesta: pequeñas fogatas en las sombras vigiladas (en "carta del incendiario suicida", el poeta es quien decide "llevar este traje de fuego"), como quien tira piedras a la fortaleza del monstruo, para recordarle que hay alguien más. Es una tarea humilde y por eso la palabra se presenta siempre en minúsculas, ligera (no hay ningún signo de puntuación), preparada para correr, levantar el fuego e irse, una especie de guerra de zapa que se resuelve en un crucial e inestable instante: "...tiempo detenido y eterno/como un castillo de naipes en pie".
El libro no se agota en la polaridad que le da nombre y esencia. También la mujer y el amor aparecen como una llamarada (se destaca la bellísima "parábola de la memoria y unpaís" en la que "cada vez que pido que te quedes/me muestras tu interminable espalda") y el propio hacer poético tiene lúcido tratamiento, sobre todo en "get' em out by friday" y "veinte poetas en un bar".
Diario El Litoral
Cultura
Edición del Viernes 11 de enero de 2002
El apogeo de lo poético
por Roberto Retamoso
"La espera", de Norman Petrich. Ciudad Gótica, Rosario, 2001.
En un gesto no desprovisto de cierta audacia, Norman Petrich nos entrega la espera. Porque en una época en que la poesía se muestra como una experiencia devaluada, circunscripta a minorías excéntricas respecto de los valores dominantes en el mundo actual, este libro nos viene a recordar que todavía es posible hacer poesía.
Y decimos hacer antes que escribir, porque quisiéramos subrayar con ello el sentido de práctica, de experiencia, que aún supone el ejercicio de la poesía.
De eso, nos parece, se trata en este texto, ya que la espera conjuga la práctica verbal con la finalidad pragmática en su escritura. De manera notable, en un mundo donde esos aspectos parecieran estar fatalmente escindidos en el orden de lo estético, el libro de Norman Petrich viene a decir que cuando se escribe se lo hace, más que para alguien, para algo. Y ese para algo puede ser tanto lo que logre afectar a los lectores de modo directo como aquello que afecte convenciones, estilos, prescripciones e incluso lo que podría llamarse un "espíritu de época".
Porque la espera, de modo notorio, pretende hacer poesía en contra de lo que ese espíritu dispone: si actualmente se piensa, como pocas veces a lo largo de la historia, que el lenguaje debe ser un instrumento para la transmisión de enunciados que en su claridad impongan de manera inequívoca una visión hegemónica, la espera refuta ese pensamiento al demostrar que el lenguaje puede ser algo radicalmente distinto.
Así, el texto de Norman Petrich afirma que el lenguaje puede ser algo más que un instrumento de comunicación, en la medida en que repone su dimensión metafórica y poética. Pero además, y como si se tratase también de desmentir la creencia de que el lenguaje fuese solamente una herramienta comunicativa, la espera sostiene que el lenguaje, y especialmente el lenguaje poético, es un dispositivo simbólico que inexorablemente provoca efectos pragmáticos.
Obviamente, esos efectos son imprevisibles: de lo contrario, un libro de poesía sería una suerte de programa cuyos efectos podrían calcularse. Salvo en los momentos delirantes de las experiencias dirigistas en materia de arte, nunca resulta creíble, felizmente, prever los efectos de un texto poético. Por ello, la espera es un libro que no busca ganar adeptos para causa alguna. Busca, por el contrario, conmover a sus posibles lectores con la belleza de sus imágenes, la música de su ritmo o la intensidad de sus figuraciones, para hacer que esa conmoción permita sacudir las formas endoxales que la cultura dominante impone.
Si ello se logra, con la libertad que supone la comunión en la experiencia emancipadora del lenguaje, la espera habrá logrado que esos lectores vislumbren, aunque sea fugazmente, un horizonte donde la subjetividad humana se repone y se engrandece: el confín donde siempre se celebra el apogeo de lo poético.
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Pequeñas apariciones anunciando la salida de mi primer libro, "bajo la sombra de tu nombre"
Premiación en concurso
Historia más que interesante. Estábamos aprendiendo por dónde iba la cosa y, sin intenciones grandilocuentes, participé de este concurso que tenía dos premios: uno (el menos interesante) era la entrada gratis a toda la temporada de "La Florida". El otro (el que verdaderamente me interesaba), los premiados saldrían publicados en el Diario La Capital. Tenía la burguesa idea de que dasí podía ser leído por muchos. Y resulta que gané una mención en poesía y el primer premio en narrativa. Pero he de aquí que quien concesionaba el balneario quedó implicado en negocios turbios de amplia difusión mediática. Y La Capital quiso despegarse de toda relación con dicha persona. Así que nos quedamos sin las entradas y, lo que más me interesaba por esos tiempos, sin ser publicados por el diario
bajo la sombra de tu nombre en la sección biblioteca, La Capital
Nota sobre el X Festival de Poesía de Rosario
La nota que sacó Enrique Butti sobre ese Festival, destacando la mesa en la cual participé y en la que descollaron Alberto Miyara y Eduardo Gallegos. También tuvo la gentileza de incluirme uno de mis poemas que le había gustado mucho, de esa lectura. Como anécdota, decir que en esa mesa perdida en la mañana (en lo que sería mi única lectura en el marco del Festival), entre los oyentes, estaba el poeta chiapaneco Juan Bañuelos, quien se acercó a charlar y luego compartimos toda una tarde de tragos e historias a la orilla del Paraná, en un club pesquero.
Ciudad Gótica nº 20
Habíamos cambiado el formato de la revista hacía pocos números, dándole mayor espacio a los escritores publicados y, consecuentemente, publicándolos en menor número en cada edición. En este número salió una página entera con mis poemas. El anuncio en La Capital y un volante que solíamos repartir
Poema de Kammammuri
Si mal no recuerdo esto salió a fines del 2008. Hacía unos meses había intentado "cubrir" el foro de la Vía Campesina. Tomé muchas notas pero lo que salió tenía forma de poema. Se empezaba a gestar el nacimiento de juan kammammuri. Quienes llevaban adelante la revista del Colegio de Profesionales de Trabajo Social decidieron publicarlo
Diario Pilar Regional
23 de marzo de 2008
A 32 años del inicio de la dictadura
La memoria como protagonista central
Conmemorando un nuevo aniversario del Golpe Militar, un grupo de artistas locales se presentará mañana por la noche en Integrarte.
Encuentro cultural por la memoria
Horario: mañana, desde las 20.
Lugar: Centro de Arte Popular y Contemporáneo Integrarte
(Estanislao López 344, Pilar).
Entrada: gratis.
Al cumplirse 32 años del inicio del Golpe Militar, un grupo de artistas locales desarrollará mañana, a las 20, un encuentro cultural en el Centro de Arte Popular y Contemporáneo Integrarte (Estanislao López 344, Pilar). La memoria y la palabra serán los protagonistas de esta velada a micrófono abierto que incluirá música, teatro, artes plásticas y poesía.
"La gente de Integrarte nos sugirieron organizar algo para esta fecha, así que con Graciela Labale decidimos generar este encuentro multidisciplinario de participación abierta", dijo Víctor Koprivsek, quien compartirá con el público textos de Eduardo Galeano, Pablo Neruda y algunos autores actuales vinculados con la poesía social, como Norman Petrich.
Los actores Hernán Peluca y Héctor Acevedo protagonizarán los monólogos "Conejo" y "Pasajes" respectivamente, en tanto que el artista Kripto exhibirá algunas de sus obras.
En el plano musical, se sumarán algunos integrantes de Desagüe Varela Trío; el guitarrista Federico Rosso; los ex Tríptico, Héctor Wesner y Sebastián Ormaechea, quienes recrearán temas de Silvio Rodríguez; y el cantante de Panacea, Juan Gabriel Montanari, que interpretará "Palabras para Julia" y "Los dinosaurios".
Vale destacar que los organizadores planean montar una vigilia hasta el 24, razón por la cual la música y la poesía se extenderán hasta la medianoche. "Invitamos a todos aquellos referentes de la zona que desde hace años vienen organizando actividades referidas a esta fecha, entre ellos el padre Luis Guzmán. Más allá de los artistas que participan, mañana la convocatoria será a través de la consciencia", manifestó Koprivsek a El Diario.
La Buhardilla nº 20
En el 2012 salió este número de la revista cultural La Buhardilla, dirigida por Enrique Gallego, con poemas que luego integrarían "pájaros entrenados en el consuelo" (son los publicados en la foto superior) Tuve la suerte de acompañar a poetas de la talla de Rogelio Ramos Signes
Facundo nº 1
En agosto del 2010 sale el primer número de esta revista. Supuestamente iba a ser una consulta generalizada pero, como ven, sólo aparecimos 3. Yo ya venía sosteniendo hacía unos años mi crítica a un festival que, claramente, había dejado de ser para muchos y en el que todos nos sentíamos partícipes a colaborar. Esto no vino más que a confirmarlo pero fue medio como en soledad. La bolsa no sé quién se la quedó pero los palos les puedo asegurar que 3 teníamos todos los números.
Notas realizadas
Roque Dalton: No reflejar la realidad sino transformarla
Agencia Paco Urondo
EN CULTURA
POST 17 DICIEMBRE 2016
Fue un largo camino el que el poeta salvadoreño Roque Dalton recorrió -desde La ventana en el rostro y El turno del ofendido (con su vital bisagra en Taberna y otros lugares) hasta Un libro rojo para Lenin, pero sobre todo hasta Historias y poemas de una lucha de clases- para lograr, como dice el poeta cubano Víctor Casaus, que militancia y poesía no sean dos oficios diferentes sino complementarios.
Por Norman Petrich
“En mi caso ha sido posible estructurar mi obra poética en el sino de una militancia política, o sea, me acostumbré a escribir en la clandestinidad. Pero evidentemente existe otro nivel. He tenido conflicto cuando he tenido problemas ideológicos. Cada vez que he experimentado una desgarradura, ha sido porque se me planteaba una contradicción entre una posición política y una posición ideológica expresada en literatura. En la medida en que pude superar mis debilidades en este terreno, di pasos hacia delante, en la medida en que no los pude superar, tengo aun conflictos”, le afirma Roque Dalton a Mario Benedetti en la ya famosa entrevista que luego sería recogida en ese indispensable libro que se llama Los Poetas Comunicantes.
Fue un largo camino el que este poeta salvadoreño recorrió -(proceso muy doloroso, con grandes contradicciones, con caídas, retrocesos, recaídas, avances, como él mismo lo dice en otra parte de la misma entrevista) desde La ventana en el rostro y El turno del ofendido (con su vital bisagra en Taberna y otros lugares) hasta Un libro rojo para Lenin pero sobre todo hasta Historias y poemas de una lucha de clases- para lograr, como dice el poeta cubano Víctor Casaus, que militancia y poesía no sean dos oficios diferentes sino complementarios.
Historias y poemas de una lucha de clases se conoce comúnmente por el nombre de Poemas Clandestinos, título que llevará en su edición mimeografiada de 1977, siendo este más largo el que el original. Tal vez colaboró a la confusión el hecho de que fue escrito completamente en la clandestinidad y que se valiera, para seguir en contacto con su pueblo, de cinco heterónimos que son referentes o dirigentes de la lucha de liberación nacional llevada a cabo, en esos tiempos, en El Salvador. Cada uno con una mirada diferente de la realidad que aqueja a su país.
El primer apartado corresponde a Vilma Flores, bajo el sugerente título de “Todos son poemas de amor”. En los pocos datos biográficos que Roque deja nos dice que ella abandona su carrera de Derecho para trabajar en una fábrica textil y, de esa forma, poder participar en la organización de la clase obrera de manera total. Allí Dalton nos habla de la moral poética, de la eficacia del poema, en épocas donde se le da oportunidad al Sistema para que se lo cobren día a día
.
El tema de la plusvalía es tocado con esa ironía heredada tan justamente de Brecht y de cómo el sueldo de uno es el robo a dos.
Los oficios domésticos de la mujer
le crean al hombre el tiempo
para el trabajo socialmente necesario
que no se le paga completo
(la mayor parte de su valor
se la roba el capitalista)
sino sólo lo suficiente
para que viva y pueda
seguir trabajando,
pago con el cual
el hombre vuelve a la casa
y le dice a la mujer
que ái que vea cómo hace
para que le alcance
en la tarea de cubrir todos los gastos
de los oficios domésticos.
Es una mirada románticamente dura, la de Flores, que se expresa en gran forma en “tercer poema de amor”
A quienes digan que nuestro amor es extraordinario
porque ha nacido de circunstancias extraordinarias
diles que precisamente luchamos
para que un amor como el nuestro
(amor entre compañeros de combate)
llegue a ser en El Salvador
el amor más común y corriente,
casi el único.
El segundo apartado lleva la firma de Timoteo Lúe, estudiante de Derecho y dirigente indígena que participa en el levantamiento de 1932 (levantamiento cuyo derrotero había dejado reflejado con el testimonio de Miguel Mármol en el libro que lleva ese nombre) Este joven viene a echar por tierra el famoso apotegma de Mallarmé, el cual sentenciaba que la poesía no se escribe con ideas. Es de su boca que Roque hace salir su famosa “arte poética 1974”:
Poesía
perdóname por haberte ayudado a comprender
que no estás hecho sólo de palabras
Jorge Cruz es el tercer heterónimo que Roque Dalton utiliza y pertenece a un dirigente católico que realiza su labor de concientización cristiano-revolucionaria entre los trabajadores rurales. Su forma de ver la fe queda expresada desde los títulos (Poemas para salvar a Cristo, Sobre el negocio bíblico) o en el trepidante poema “El credo del Che”
El Ché Jesucristo
fue hecho prisionero
después de concluir su sermón en la montaña
(con fondo de tableteo de ametralladoras)
por rangers bolivianos y judíos
comandados por jefes yankees–romanos.
Lo condenaron los escribas y fariseos revisionistas
cuyo portavoz fue Caifás Monje
mientras Poncio Barrientos trataba de lavarse las manos
hablando en inglés militar
sobre las espaldas del pueblo que mascaba hojas de coca
sin siquiera tener la alternativa de un Barrabás
(Judas Iscariote fue de los que desertaron de la guerrilla
y enseñaron el camino a los rangers)
Después le colocaron a Cristo Guevara
una corona de espinas y una túnica de loco
y le colgaron un rótulo del pescuezo en son de burla
INRI: Instigador Natural de la Rebelión de los Infelices
Luego lo hicieron cargar su cruz encima de su asma
y lo crucificaron con ráfagas de M–2
y le cortaron la cabeza y las manos
y quemaron todo lo demás para que la ceniza
desapareciera con el viento
En vista de lo cual no le ha quedado al Che otro camino
que el de resucitar
y quedarse a la izquierda de los hombres
exigiéndoles que apresuren el paso
por los siglos de los siglos
Amén
Juan Zapata (otro estudiante, de sociología, en este caso) es quien realiza una especie de “revisionismo del revisionismo” salvadoreño y en ese accionar se permite (entre otras cosas) dar un consejo para el pueblo de El Salvador
No olvides nunca
que los menos fascistas
de entre los fascistas
también son
fascistas.
Luis Luna (Zapata y Luna remiten a Mario Zapata y Alfonso Luna, dirigentes universitarios fusilados junto a Farabundo Martí), estudiante de Arquitectura y posteriormente de Sociología, de mirada filósofo-política profunda, llena de ironía y humor negro, cierra la lista de heterónimos. A él pertenecerían clásicos poemas como “Sólo el inicio”, “Cartita”, “El Salvador será”, y su mirada llega hasta latitudes y latidos cercanos:
No me extraña que calumnien
a la Honorable Junta Militar de Chile
los comunistas son así
…
dicen que el General Martínez
mató en menos de un mes
a más de treinta mil guanacos
Eso es una exageración:
los muertos comprobados no pasaron de veinte mil
los demás
fueron considerados desaparecidos.
Dice Alfonso Quijada Urías: Uno de los grandes méritos de Roque Dalton es que supo con verdadero sentido creador y revolucionario, hacer suyo el lenguaje de su pueblo y acrisolarlo dentro de la más humana ternura. No fue algo premeditado, sino fruto del amor, el exilio, de la inconformidad, del dolor humano, ya que Dalton nació, creció y murió con ese lenguaje que aprendió en el barrio, en el bar, en la cárcel, en la universidad, en la casa de putas, en el partido, es decir en la vida misma.
Pero no se llega a esto de un solo salto. El mismo Roque cuenta en una entrevista que “en Chile, tras el consejo de un sacerdote de anotarme en la Universidad Nacional en vez de la Católica, tuve amigos comunistas, al principio sin saberlo, luego con conciencia, pero lo cierto es que pasé de ser un católico conservador a uno progresista, social cristiano. Comisionado por una revista de Chile en la que trabajaba, traté de hacerle una entrevista a Diego Rivera, en uno de sus malos momentos. Empezó a responder cortésmente las preguntas hasta que no sé por qué se le ocurrió preguntarme mi filiación política. Social cristiano, le dije. Entonces el me preguntó que cuántos años tenía. Le dije que 18 años, entonces me preguntó si había leído marxismo. Entonces yo le dije que no, entonces me dijo que yo tenía 18 años de ser un imbécil y me echó. Quedé horrorizado, por supuesto. Pero después de salir y conocer lo que era Diego Rivera, empecé a investigar, y a estudiar marxismo. Por primera vez en la vida alguien me había dicho que era un imbécil. Regresé a El Salvador con algunas lecturas marxistas, rudimentarias, logradas de una transformación que podríamos llamar poco seria, porque a nadie se le ocurre que haya una transformación seria de una ideología por un incidente personal con una persona famosa, pero lo cierto es que pude descubrir mi país, un país desconocido, pude descubrí las contradicciones de clase, la miseria terrible, sus orígenes, etc. Me sentí tan aterrado y responsable de muchas cosas, me sentí tan estafado por lo que me habían dicho antes, que simultanea y vertiginosamente empecé a derivar hacia la poesía y una posición marxista militante”.
En este libro más que en cualquier otro queda bien reflejado el pensamiento daltoniano de que su poesía como “fenómeno cultural no es una cosa aislada sino que ha surgido, sin tratar de lesionar la modestia, dentro de la historia de la literatura, dentro del desarrollo de las letras de un país determinado, merced a una serie de influencias, de lecturas, a una serie de vivencias que han venido a concretar una obra que, según dicen, tiene matices personales”.
Después de todo, Roque, estaba convencido de que a los poetas revolucionarios no les debía interesar reflejar la realidad, sino transformarla.
Nota relacionada
La esperanza, a centímetros del día
En 2007, convocado por Sergio Giocchini para colaborar con un escrito en la nueva revista que estaba dirigiendo, realicé este intertexto con poemas de los participantes del tallerque dirigía Susana Valenti en la Unidad de Detención nº 3 de Rosario.
Si la esperanza es confianza en obtener lo que se espera, ¿qué es lo que se espera en un lugar dónde uno desespera?
Tal vez cerrar círculos, para evitar el recuerdo de las cosas perdidas que no van a volver
El café se enfría sobre la mesa/Pienso en aquel momento/que se pierde con el aroma/ como humo venido de los cielos/humedecidos en tanta espera/ para avanzar, determinante,/y concluir lo comenzado hace ya tiempo./ Mientras tanto, el aroma no está/ y el café se enfría sobre la mesa. (1)
Tal vez algún cambio, interior o exterior, las dudas, el sismo que empiece a cimentar el cambio
En este lugar se está bien./ Transfigurando las fracturas,/ tratando de llenar los pozos de la esperanza/con nuestras mínimas historias/ despertando cada día de un sueño fenecido/ donde siempre existen los misterios./ Algún día te preguntarás/ ¿en este lugar se está bien? (2)
Tal vez cicatrizar. Y renacer
Pasajero del aire/ por qué tanta aflicción./ La herida no cesa de sangrar/ Aun así, en toda oscuridad se suelta alguna estrella/./ No hay lugar donde no quepa una palabra./ Afuera,/ la lluvia moja a los muertos./ El canto de un grillo/ despierta a los guardianes de la esperanza. (3)
Tal vez destruir límites. Los que se pueden palpar y aquellos que lo palpan a uno.
Permanencia del gris sobre la vida./ Como celdas de sol/ son sus escapes/y la lucha que parece extraviada/ tiende a ser débil./ Por el ojo de la cerradura del infierno/ aun se puede apreciar/ la suavidad del mar. (4)
O tal vez hallarlos, marcar qué cosa, qué mundos, qué espejos separan lo real de lo irreal
Sobre el filo del muro/ observan atentamente,/ a uno y otro lado,/ algunos gorriones./
Los más atrevidos planean/ acercándose al cemento del patio./Entre saltos breves y picoteos/ miran, siempre miran nerviosos./ Las ratas se asoman/y también se unen/ zambulléndose en el tacho de basuras./ No hay conflictos/ hasta que a un imperceptible/
toque de rebato todos desaparecen./ Un grito sacude el silencio:/ ¡Requisaaaa...! (5)
Tal vez descubrir que cualquier cosa en cualquier lugar es posible como lenguas de fuego aprendiendo a decir la palabra fuego
Una fosa es el límite/ que puede borrar la tempestad./ El viento del amanecer regresa/ para despertar al moribundo./ La sonrisa de un niño se parece a la llegada de un barco./ Mis ojos están aprendiendo a hablar. (6)
Tal vez que se sepa que nunca me fui, que la invisibilidad no se parece en nada a intentar no existir
Del círculo polar a tus venas/ pienso en mirarte./Y quedo al descubierto
enajenadamente asustado/ de tus costumbres tan supertranslúcidas/mientras yo soy la odisea./ La bienvenida es el viento / y las nubes que se presentan./ Jugar no es tan decisivo/ si me ayuda a encontrar el sitio/ de donde emergen las palabras/ para vivir, así, desarticulando teoremas,/ sonriendo con clase burguesa/ a miles de formatos que atan./ Ya no sé por qué alguien no escribe en serio/ sobre el círculo polar y las venas
y de esa interacción tan natural,/ tan corrosiva/de la sangre cuando se congela. (7)
Lo que seguro se espera, en el taller de poesía “Historial de Soledades” de la Unidad de Detención nº 3 de Rosario; lo que más se ansía, por dentro y por fuera, es la libertad
El paisaje traspasa el sueño./ somos libres/ aun cuando los muros/ vuelan sobre la muerte./ Somos niños otra vez./ Afuera, a centímetros de la calle,/ está la primavera./ Para nosotros se repite, lejos./ Alguna vez,/ volveremos a caminar sobre el aire. (8)
Lo que se espera, ya sea derecha o izquierda, es que la mano que sujete la palabra hunda en la carne sus marcas mucho más profundo que las que con la otra mano la faca pueda llegar a dejar.
Notas: Este intertexto fue realizado con poemas escritos por presos en la Unidad de Detención nº 3 que forman parte del taller Historial de Soledades, coordinado por Susana Valenti. Los poemas son:
(1)Del cielo baja el humo Rubén Acosta
(2)Lugares como pozos Héctor Domizzi
(3)Exodo de la luz Marcelo Carabajal
(4)Intencion de sonido Carlos Manrique
(5)Planos del encierro Raúl Abdelahad
(6)Cualquier lugar es posible Marcelo Carabajal
(7)Algún lugar para el poema Juan Manuel Acosta
(8)Variaciones del aire Enrique Gould